miércoles, 7 de enero de 2015

Refugio

Entre los dones que tenemos, se encuentra siempre el de la infinita gratitud...

Incluso cuando las cosas pasan de manera ordinaria, pensamos y damos las gracias personificando así al destino. Como si ya estuviera escrito, como si algo hubiera intercedido. Como si el número de buenas y malas rachas estuvieran ligadas al alma. Y es que a veces, parece imposible creerlo, pero las cosas pasan. No creo en nada por encima de mí, y de hacerlo jugaría en mi contra, pues parece que no le caigo muy bien a ese duende al que todos aman y odian. Aún así si existiera, no habría mejor forma de demostrarle su insignificancia que arrebatándole las riendas y hundirlo en la ignorancia.  

Y es primordial que sepan, que yo hubiera dado la vida por ella. Y aunque haya tenido que alejarme de lo que completaba mi existencia, nadie puede arrebatarme los sueños, las esperanzas ni las ideas. Pues en una vida intangible, donde todo está cerca, donde el amor es una realidad tan clara como la tierra; Yo sigo paseando bajo la luz de agosto con la mujer de pelo a veces castaño, a veces rojo. Y a veces lloramos porque nos peleamos, otras viajamos y nos casamos, tenemos hijos o un gato, es igual, en cualquier caso, estás conmigo y yo vivo, más vivo que cuando río, más vivo que cuando miro las agujas girar o los coches parar. 

No me importa nada más y entiendo que hago mal, pues me aterra mejorar y dejar de mirar atrás. Me da miedo pensar que exista algo más difuso que los sueños donde guardo mis recuerdos más profundos. Me da miedo perder cosas intentando conseguir más. Me aterra reemplazarte y que sólo quede mirar hacia adelante. Sé que no tengo otra alternativa, que a veces me evado buscando una salida, un atajo, un camino fácil, sin hoyos ni espinas. A veces creo que puede ser verdadero, y que he encontrado a alguien que ocupe en mi vacío ese hueco...

                                                   ...Pero es increíble que nada, llegue a la altura de su reflejo

2 comentarios: